Dentro del ejercicio financiero hay un sinnúmero de indicadores que sirven para medir la salud de una empresa. Estos abordan diferentes aspectos de los estados financieros como la liquidez, solvencia, endeudamiento y rentabilidad y dentro de la variedad que hay podemos destacar 5 que podrían servir para resumir el estado de la empresa.

Por un lado, tendremos la razón corriente. Este es uno de los indicadores más comúnmente revisados en términos de liquidez de la empresa y nos indica si con mis activos de corto plazo (típicamente cuentas por caja, cobrar e inventarios entre otros) sería posible cumplir con todas las obligaciones de corto plazo (pasivos corrientes) que tenemos. Si bien aritméticamente se desea que el indicador sea por lo menos 1 (indicando que tenemos 1 peso en nuestros activos corrientes para pagar nuestras obligaciones de corto plazo) el ideal es que esté por encima. Típicamente podría verse un valor de 1.5 como algo sano pensando en tener liquidez sin tener tampoco un exagerado recargue de cuentas pendientes por cobrar o acumulación de inventarios.

Por otro lado, y relevante pensando en lo anterior, se tiene el ciclo de conversión de caja (días de inventario + días de cobro de cartera – días de pago a proveedores). Si bien es deseable tener un nivel sano de activos corrientes y más si lo comparamos con pasivos corrientes, es deseable que nuestro ciclo se mantenga estable. El ciclo de conversión de caja acumula el efecto de días de inventario, días de pago a proveedores y días de cartera. Si más me demoro en cobrar y más me demoro en rotar mi inventario, lo más probable es que tenga escasez de caja y mes a mes sienta ese problema cuando veo al banco. Acá el mundo ideal es poder pagar a los proveedores mucho más tarde de lo que recaudo cartera y que el efecto de los inventarios sea bajo. No habría un número ideal en este punto pues varía según industria, proveedores y clientes. Las grandes superficies como clientes nos pagaran a 60 o 120 días y habrá grandes proveedores que no nos darán muchos días de pago. Sin embargo, lo que sí es tendencia en todas las industrias es buscar que el ciclo de conversión de caja lo más bajo posible. Si es negativo me estaría financiando con proveedores, pero con que sea bajo sabré que tantos días de caja necesitaré para operar en el futuro. Por esto se mencionaba que la acumulación desproporcionada de activos corrientes por si sola no era positiva, y es que mejorar la razón corriente a costa de tener un peor ciclo de conversión de caja finalmente afectará la liquidez de la empresa.

Pasando a unos indicadores un poco más avanzados tenemos como métricas claves el Z-Score de Altman, el Deuda/EBITDA y el análisis Du Pont. En primera instancia tendríamos el análisis Dupont. Este, en esencia, compara la rentabilidad de la empresa contra el patrimonio de la misma. Sin embargo, el sistema Dupont es muy poderoso pues busca discriminar este indicador en 3 partes, permitiendo identificar 3 indicadores subyacentes como lo son el margen neto, la rotación de activos y la relación activo patrimonio. Este análisis, de los más potentes en el mundo financiero, deja discriminar si las variaciones del ROE son por uno o más de estos indicadores y de acá es posible generar estrategias de acción. Mejorar el ROE significará mejorar alguno (o todos) los indicadores subyacentes.

En segunda instancia tenemos el Deuda/Ebitda. Este compara las obligaciones financieras de la empresa con el EBITDA (Utilidad operacional más depreciaciones y amortizaciones) para dar una luz sobre qué tan posible es que la empresa, con la utilidad operacional líquida que genera, pueda pagar la deuda financiera que tiene. Típicamente valores por debajo de 2.5x son aceptables y permitirían más endeudamiento, y hacia el 3.5x la situación se vuelve crítica con los bancos. Ahora, y como en todo, siempre hay casos atípicos. A Avianca, por ejemplo, se le veía un Deuda/EBITDA superior a 6x en años pasados. Pero el general de las empresas del país deberían mantenerlo por debajo de 2.5x idealmente.

Por último, tendremos el Z-Score. Este llamado indicador de quiebra es el resultado de unir varios indicadores diferentes en un modelo estadístico. El indicador toma el capital de trabajo, activo total, utilidades retenidas, utilidad operacional, patrimonio, pasivos y ventas para combinarlo en un solo indicador que da la salud financiera de la empresa. El Z Score combina de varias formas lo anteriormente mencionados para ponderarlos en el modelo estadístico y arrojar un valor único que típicamente está entre 0 y 6. El análisis estadístico realizado busca arrojar un valor único que indica si la empresa está en zona de peligro, en zona gris o en zona verde/tranquilidad. Las empresas que apliquen este indicador no solo querrán saber cómo están, sino monitorear mes a mes que se estén acercando más a la zona de seguridad, que típicamente está por encima del 3 y no que se acerquen a zona roja, la cual puede ser debajo del 1.5).

Como se puede ver, con estos 5 indicadores o análisis financieros se cubren gran cantidad de los capítulos financieros de una empresa, es posible monitorear la rentabilidad, la liquidez, el endeudamiento y la posibilidad potencial de quiebra. Más aún, el aplicar todos simultáneamente implica que se están monitoreando todas las aristas financieras de la empresa y no solo una dimensión.